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lunes, 4 de octubre de 2010

¿Cómo los gobiernos de las potencias en pugnas desarrollaron sus aparatos propagandísticos durante la Primera Guerra Mundial?

Por Jahaziely Martínez



Durante la Primera Guerra Mundial, de 1914 a 1918, la propaganda tuvo un gran auge en todo el mundo, pero principalmente en Alemania, Estados Unidos y Gran Bretaña. Esto se debió a que estas naciones y todas las demás que estaban involucradas en el conflicto, tenían la necesidad imperante de influir en la percepción, ideología y opinión de los ciudadanos para poder direccionarlos hacia las creencias que le convenían a sus respectivas naciones.

Otros países que participaron del desarrollo de la propaganda como estrategia de convencimiento en este período de conflicto mundial, fueron el Imperio austrohúngaro y Serbia. También Rusia,  Balcanes, Francia, Reino Unido, Bélgica, Canadá, Portugal, Japón, y Estados Unidos, además de los imperios Austrohúngaro, Alemán y Otomano, acompañados por Bulgaria. Aunque cabe mencionar que estas naciones no tuvieron tanto desarrollo propagandístico como las otras.

Por todos estos conflictos entre naciones, los países en disputa desarrollaron sus estrategias propagandísticas para poder lograr su objetivo. Durante este período fue que se institucionalizó la propaganda moderna con métodos científicos.  Uno de los principales precursores de esta idea fu el periodista estadounidense Walter Lippmann y el relacionista público Edward Bernays, quienes fueron los responsables de orquestar la primera campaña anti-alemana en Estados Unidos para que el pueblo estadounidense diese su visto bueno a la entrada de este país en la contienda.

Uno de los aparatos que utilizaron para lograr este fin fue la imprenta, ya que  a través de esta imprimían todos los afiches que más adelante eran publicados en los lugares más transcurridos de las ciudades, tales como plazas, mercados, tiendas, parques y hasta centros culturales.

Tanto los británicos como los alemanes trabajaron arduamente para conseguir dominar la opinión pública de los americanos. Inicialmente, fue desarrollado por los propagandistas alemanes un plan que consistía en sensibilizar a los americanos de descendencia alemana y también a los irlandeses, pues conocían bien su aversión a los británicos. Esta maniobra no tuvo éxito. Por el contrario, la propaganda británica demostró ser más funcional. Esta comenzó con la creación del Ministerio de Información, en 1917, bajo la responsabilidad de Lord Beaverbrook.

La censura reinó y todas las campañas propagandísticas eran rigurosamente controladas para que apenas fuese divulgada la “información oficial”. Después de su entrada en la Primera Guerra Mundial, los estadounidenses crearon igualmente su agencia de propaganda, el Comité para la Opinión Pública, que se reveló de máxima eficacia, sobre todo en lo relacionado con lo que ellos denominaban “los ideales de libertad”.

Los británicos aprovecharon la propaganda como una forma de diseminación de información a su favor, pero al final de la guerra los ciudadanos se quedaron con una imagen muy negativa de la propaganda. Concluirían que los sacrificios hechos no fueron recompensados con las promesas magnánimas del Ministerio de la Información, y como resultado el cargo de ministro de Información fue suprimido.

Como consecuencia del descrédito de la propaganda, cuando en la Segunda Guerra Mundial el gobierno británico intentó sensibilizar a la población sobre la existencia de campos de concentración nazis, esta información no fue tenida en cuenta, porque el público sospechó que era una campaña propagandística más.

Los alemanes, en la Primera Guerra Mundial, fueron derrotados más en el terreno sicológico que propiamente en el campo de batalla. Hitler reconoció la funcionalidad de la propaganda británica, escribiendo en Mein Kampf: “En el año 1915, el enemigo comenzó su propaganda entre nuestros soldados. A partir de 1916 continuó más intensivamente, y en el inicio de 1918 se transformó en una nube negra. Uno puede ver ahora los efectos de la seducción gradual.
Nuestros soldados aprendieron a pensar como el enemigo pretendía. Alemania falló en reconocer la propaganda como un arma de primera utilidad, donde los ingleses la utilizaron con gran pericia y genial deliberación” . Al final, la primera experiencia de los británicos con la propaganda fue entendida como un gran éxito y dio ejemplo para que otros países empezasen a usar las técnicas contemporáneas de comunicación persuasiva.

Estas potencias en pugna desarrollaron sus aparatos propagandísticos empleando técnicas de persuasión un tanto exageradas, las cuáles eran diseñadas por expertos, luego eran impresas y publicadas por las ciudades. De una forma u otra la propaganda ejerció mucha influencia en la Primera Guerra Mundial, tanto para motivar a los hombres a formar parte de la armada, así como para convencer a la ciudadanía de quienes eran los enemigos y de que había que ser implacables con ellos. Además se valían de situaciones vividas para desarrollar sus estrategias.

El éxito demostró el potencial de esta herramienta como medio de control de la opinión pública, una experiencia que volvieron a poner en práctica los siguientes gobiernos estadounidenses y de la que aprendieron otros países durante la Segunda Guerra Mundial. En esta ocasión, la propaganda se convierte en la principal arma de guerra en el terreno de batalla tanto para la Alemania nazi como para Gran Bretaña.

De esta Primera Guerra Mundial en adelante fue cuando la propaganda comenzó a expandirse hacia el mundo político y filosófico, con una organización más específica.
 

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